lunes, 18 de diciembre de 2017

Balada de la tierra de los cantii.


El salón estaba en silencio y los guerreros permanecían inmóviles, sin tocar los cuernos de aguamiel que reposaban junto a sus manos.
Pasé los dedos por las cuerdas, tocando un complicado preludio sin pensar. Había multitud de lamentos, más que canciones de guerra. Lamentos por los caídos a manos de los sajones, hombres como aquellos que me acompañaban. Canté un lamento muy famoso, una composición lenta y orgullosa que se creó cuando la provincia del sureste de Britania fue arrollada por los sajones, una antigua canción que llamaba a la provincia con un nombre todavía más antiguo, la tierra de la tribu de los cantii.


Aunque derribaron a las huestes sajonas
junto a los blancos acantilados,
e hicieron llorar a las mujeres,
la gloria no pudo completarse.
La hueste cabalga hada el Yffern, derrotada,
y en sus campos las águilas festejan.
Amarga fue la cosecha que recogieron.
Lucharon contra los sajones,
lucharon y cayeron.
Recolectaremos cadáveres,
nuestras lágrimas abrirán pozos,
y las huestes de los cantii jamás regresarán…

 Toqué las cuerdas con cuidado, extrayendo la melodía tan suavemente como si fuera una telaraña de cristal.
Cuando terminé, el salón estaba en silencio, pero era otro tipo de silencio.

Gillian Bradshaw - el halcon de mayo.




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